EL CIELO POR ASALTO. Conflictivos, Irreductibles, Libres.

Dice Julio Cortázar que “La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo.”

Tenemos de todo para jugar, zapato, acera, piedrita y tiza, mucha tiza. De hecho, y desde que muchos profes desertaron de la tiza para irse al despachito en Conselleria, cada día tenemos más. Es nuestra arma más preciada, la tiza como referente del arte en las aulas. Mas tiza y menos pedagogías del desasosiego.

Juguemos a la Rayuela. Estamos en la Tierra y vamos al Cielo, pero esta vez vamos a calcular bien, no nos vamos a salir del dibujo. Vamos a tomar el Cielo por asalto.

El Cielo se puede tomar por consenso o por asalto.

Si vamos a tomar el Cielo por consenso estamos apuntando mal y la piedrita se saldrá del dibujo. Coincido con Marina Garcés en que el consenso es la censura. Ya no se nos prohíben (casi) ni la música ni las películas ni los libros como a generaciones anteriores. Se nos deja expresarnos desde un consenso que no es el nuestro. Es su consenso. El poder ha aprendido a imponer sus ideas no de forma unilateral y represiva, sino que las presenta como consensos, convicciones generalizadas que acaban siendo asumidas como ideas necesarias, surgidas de la normalidad o del sentido común.

Si vamos a tomar el Cielo por consenso no saldremos de las prisiones de lo posible, ni se nos dejará ser un nosotros, como dice Garcés, conflictivo, irreductible y libre. Pensar el mundo para transformarlo es pronunciarlo colectivamente. Como diría Freire, cada acto educativo es un acto político. Y en eso estamos. Nuestra praxis colectiva frente a su sentido común.

Si queremos tomar el Cielo, pues que sea por asalto, sin pedir permiso, sin un consenso impuesto, sin su consenso, sin su aburrida normalidad.

Igual en el Cielo no hay nada, como en el Hiperión de Hölderlin y solo somos hijos del instante. Pero el asalto lo vamos a vivir con intensidad, con vitalidad, con rebeldía. Dejemos para los vulgares el cutre y desalmado asentimiento al poder.

It’s gettin’ dark, too dark to see decía Dylan en su Knock, knock, knockin’on heaven’s door. La cultura del asentimiento acecha. Es tiempo de filosofía de guerrillas.

Como dice el gran cronopio Cortázar para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato. Y tiza, mucha tiza.

Toc Toc, aparten, hemos venido a jugar, hemos venido a ganar.

Joan Aucejo